jueves, 15 de septiembre de 2011

Cristina 2011

Cristina: Un voto desprovisto de prejuicios
por Gustavo M. Sala



Antes que nada debo asumir mi orfandad peronista, aclarando que dicha responsabilidad no le cabe de modo exclusivo al Movimiento. No lo fui, no lo soy, y considero que muy difícilmente llegará el día que lo sea. Simpatizo con gran parte de su historia reivindicativa, me atraen algunos de sus más notables artistas y pensadores, siento un estímulo vibrante y emotivo ante cada oportunidad en que releo los párrafos de Mi Mensaje. Tengo claro que el Justicialismo fue una respuesta ante la ignominia, construido por personas sufrientes, apartadas por un sistema que los despreciaba y no por dogmatismos; que vieron en su líder la figura indiscutida que los acercaba a la dignidad. No entender, no aceptar lo que significó el Peronismo en nuestra historia es no intentar involucrarse con nuestras más sensibles raíces culturales; esa cultura invisibilizada desde 1852, que supo encontrar cierta pureza popular durante el Yrigoyenismo pero que fue rápidamente cercenada, sin miramientos ni eufemismos, por una clase dominante y darwiniana que jamás accederá a compartir equitativamente sus supuestos y sospechosos privilegios naturales. Hablo de nuestra cultura profunda, de la identidad de las manos ajadas y los ojos llorosos por el frío del peón de campo que se encontró, en cierta mañana cualquiera, con un Estatuto que atendía sus penurias; hablo de los límites a la explotación del hombre por el hombre reinterpretando a la sociedad como un todo íntegro y no absurdamente segmentada.
Generacionalmente no tuve la suerte de vivir la mejor faz de su desarrollo político. Sus mejores hombres habían caído en la lucha contra la proscripción y las dictaduras, sea en el exilio o en el cadalso. Su refundación contó con años de contradicciones con las cuales todavía tiene que lidiar y dar las explicaciones históricas correspondientes. El enorme poder de su impronta popular hizo que en muchas ocasiones se acercarán al movimiento sujetos ideológicos que lejos estaban de expresar aquellos paradigmas industrialistas y desarrollistas inclusivos de su fundación; aliados ciertamente llamativos, propiciadores de la flexibilización laboral y el desempleo, de modo regular el costo de la mano de obra (siempre la de otros, nunca la de ellos) a modo de stock permanente, que no diluyeran las extraordinarias ganancias que el sistema capitalista propone como don divino a las corporaciones. Tal vez, mi no-definición a favor del peronismo radique en mi propia experiencia de vida. La Triple A, la idea de la amnistía como plataforma electoral en 1983, el neoliberalismo durante la década de los noventa, las sucesivas devaluaciones y pesificaciones, permitiendo transferencias de fondos descomunales desde los sectores menos favorecidos hacia los más poderosos marcaron desconfianzas que, por ahora, no se logran aplacar.
Poco me detengo en las recurrentes y generalizadas acusaciones de corrupción. Todos los movimientos populares han sido multiacusados y muy poco es lo que se ha develado probadamente. El propio Yrigoyen y hasta el mismo Illia tuvieron la delicadeza de aceptar tardías disculpas. Una forma más de hacer política, un elemento más de proyección, un síntoma más de las conductas que algunos sostendrían si fueran poder. Entiendo a la corrupción y a la corruptela como una mal endémico de nuestra sociedad y no como parte esencial, ni del peronismo ni el de ninguna otra fuerza política. En cualquier pequeño distrito, dentro de la estructura estatal, en el ámbito privado, en los medios de comunicación audiovisual, en nuestra vida cotidiana, solemos advertir una cosmética de absoluto desprecio por las normas y las leyes, amparada por cierta victimización y a la vez, culposa justificación. Un sofisma que suele exhibirse y en el cual debemos poner suma atención crítica es la aseveración que determinadas decisiones políticas constituyen per-se un evento viciado simplemente porque afectan algún interés específico. Por ejemplo la estatización de los fondos de pensión, los planes de asistencia social, o el comercio puntual con alguna determinada Nación. Una decisión política, justamente por el hecho de serlo siempre afecta, y dicho impacto va a tener un correlato plausible de ser analizado y no de ser estigmatizado bajo el prisma del desprecio y la ruin imputación propagandística.
Dicho esto votaré por Cristina, no por peronista sino por Nacional. Un Argentino que ve un país mucho mejor y más activo que el recibido, un tipo que desea fervientemente que sus compatriotas consideren que la Nación existe, que los contiene y los incluye amablemente. Porque creo que nadie ha leído ni expresado mejor que tras cada necesidad existe un derecho, y que para revertir determinadas situaciones es necesario tomar decisiones valientes, innovadoras, creativas, en todos los campos sociales, aceptando y haciendo frente, debate mediante, a todo conflicto que se pueda originar, más allá de un ocasional detrimento electoral.
Cristina Fernández y el extinto ex presidente Néstor Kirchner han sido vituperados e insultados hasta los límites de lo que una persona puede aceptar. Aún en la muerte no hubo piedad ni humanismo por parte de un establishment pretoriano que no permite intrusiones ni recortes solidarios.
En escritos anteriores he detallado la gran cantidad de medidas que modificaron buenamente la vida de los sectores más castigados desde el Rodrigazo hasta la Pesificación Asimétrica, omito entonces dicha nómina para no pecar de publicista. Quiero decir que con ambas gestiones POLÍTICAS, me reencontré con las ideas del Yrigoyenismo pueblo, volvió a tomar cuerpo la FORJA de Jauretche, Manzi y Scalabrini, se han desempolvado los textos de Hernández Arregui, de Coocke, comenzaron a tener historicidad y respeto los martirios de Manuel Dorrego, José Font, Felipe Vallese, Juan Maciel, Carlos Costa, Severo Vera, Emilio Navarro, Rodolfo Ortega Peña, Agustín Tosco, Héctor Oesterheld, Paco Urondo, Carlos Mujica, Rodolfo Walsh, de los muertos en los bombardeos de la Plaza de Mayo, de Valle y la Operación Masacre de José León Suárez, de nuestras treinta mil almas pensantes y de tantos otros que por ideales y militancia entregaron, a lo largo de la historia, lo máximo, el único capital verdadero e indivisible que se tiene : La vida..
Pude entonces, desde mi juvenil militancia de izquierda, desgolirizarme y arribar al siempre mal visto Populismo, a través de la visualización real de la sociedad, entendiendo que los paradigmas de aquel 1945 siguen vigentes, debido a que hubo una interrupción casi caníbal (Proceso de Industrialización Trunca la llamó el Doctor Oscar Alende) propiciada por un odio de clase que todavía presenta mojones de poder inescrutables.
Al igual que en el año 2007 mi voto no es por oposición, no resulta de una evaluación que propone el mal menor como instancia de máxima. Es un voto positivo, es un voto convencido, es un voto a satisfacción y con compromiso, para salir a bancar los trapos, de ser necesario cuando la cosa viene difícil de sostener, porque el objetivo a alcanzar contiene grandezas inusuales para nuestra miserable contemporaneidad universal. En un mundo que achica beneficios colectivos, nuestro ejecutivo nacional extiende la mesa para que más y más invitados se acerquen a compartir momentos y sentidos. Por eso, sus adherentes, sabemos que la tarea no es sencilla, debiendo continuar con su profundización para que los frutos alcancen a toda la población.
La Doctora Cristina Fernández arriesga, y lo hace todos los días de su vida con sus decisiones políticas, asumiendo que la tergiversación está a la vuelta de cada esquina, que la impostura, la degradación y el insulto forman la base del acervo cotidiano por parte del establishment dominante y sus esbirros, cooptados por esa suerte de feudalismo corporativo que responde cual fundamentalistas a una religión de fe mercantilista que marca una agenda, a veces concreta, a veces siniestra, en su mayoría ficticia.
Según Matrín Caparrós (al que no puede acusarse de oficialista) el Gobierno Kirchnerista será recordado fundamentalmente por haber recompuesto un Estado que fue premeditadamente destruido por la experiencia neoliberal. (Palabras más, Palabras menos, 26 Julio 2011, por TN.) Inmejorable definición que hace al verdadero dilema del modelo vigente y que explica el casi golpista accionar del núcleo duro opositor.
Nuestra Presidenta, junto a Néstor Kirchner, puso en marcha un proyecto democrático de país, y debido a su esencia Populista, discutible, perfectible, debatible, nunca monotemático, siempre horizontal, siempre abierto y susceptible de ser escrutado, Carta Abierta es un ejemplo del caso. Nuestra realidad marca que todo está sujeto al análisis, lo que provoca automáticamente una toma de posición, desenmascaramientos ciertamente incómodos para aquellos que desearon y se esmeraron por imponer una historia conveniente, plagada de silencios e hipocresías.
Cristina Fernández es una estadista cuya elevada intelectualidad, lamentablemente, no se corresponde con la llanura de sus competidores, obsoletos librecambistas de adherentes, ausentes de ideario, buscadores de argumentos en las editoriales de los medios dominantes, asumiendo que sus trocables principios guardan jerarquía en función del ocasional interlocutor.
Alguna vez mencioné que en estos ochos años, nuestro ejecutivo Nacional hizo lo que pudo de acuerdo a su capacidad e inteligencia, hoy me animo a afirmar que sus realizaciones concretas sobrepasaron sus intencionalidades posibles, se impusieron a los permisos dispensados; cientos de obras y medidas nunca hubieran tomado vuelo de no ser por el enorme convencimiento político y su correlato en la toma de decisiones. Como dato no debemos olvidar que en el corriente año está administrando la Nación sin haber sido aprobada la Ley Fundamental, por la inusitada mesianía, gracilidad y gentileza política de nuestro heterogéneo e irresponsable Congreso Nacional.
Soy de los que apuestan a la alternancia individual y colectiva. No miro con buenos ojos esa sospechosa intencionalidad de permanencia tan característica en el político argentino, pero necesariamente dicha alternancia debe poseer un correlato superador, no sólo en lo ideológico sino también en los proyectos y sus consecuencias sociales (el Chile post Bachelet es un buen ejemplo del caso). Imaginemos por un rato que dicha obligatoriedad de alternancia nos es impuesta por los amantes de un sistema feudal, o por los admiradores y cómplices de la dictadura cívico-militar, o por los sostenedores del modelo que desembocó en la coyuntura más extraordinariamente siniestra que tuvo nuestra Nación en el año 2001. Dicha alternancia debe entender que nada de lo obtenido como beneficio colectivo debe retrotraer sus pasos, en todo caso acentuar y mejorar determinadas variables no completadas aún. Por ejemplo, la decisión política de haberle quitado diez millones de dólares al presupuesto del Hospital Garrahan, por parte del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, habla por sí de un modelo en donde el gasto social (en este caso los servicios pediátricos de salud) es visto como variable de ajuste. Aquí el menú propondría alternar para retroceder. Considero que desde 1955 tenemos, al respecto, una probada experiencia de vida. Alternancia y superación en función de un proyecto de País incluye a la idea de Nación que tengamos. Si nos encontramos con proyectos alternos que frenan nuestras humanas aspiraciones por una patria equitativa y justa nos dejan sin opción para efectivizar ese legítimo deseo de cambio positivo.
Veo en Cristina y en el modelo que encabeza, ese espíritu de avance permanente que no observo en las demás propuesta políticas, ni siquiera en el eficiente y honesto Socialismo Santafesino que encabeza el respetable Hermes Binner. Increíblemente y al igual que Bachelet en Chile, puso en riesgo un proyecto popular a favor de la antipolítica mediática, por razones meramente formales. Su tibieza y su temor al conflicto lo veo contraproducente para profundizar el modelo industrialista en marcha, desembocando, su impericia, en la pérdida de ambas legislaturas provinciales. Eventos que lo obliga, en un futuro inmediato, a tener que aceptar aliados, por él no deseados, para la gobernabilidad del distrito. Eso de equivocarse de adversario político parece moneda corriente en la estrategia del aspirante presidencial, a pesar de su encendido discurso supuestamente progresista y autárquico.
Veo en nuestra Presidenta el coraje cívico y democrático para exponer ante la sociedad debates hasta hoy invisibilizados y por ende no pensados, veo en el Kirchnerismo un estado de superación permanente de la problemática social que hace a la verdadera alternancia real. Nada se observa con prisma conservador, aún lo pensado se continúa pensando, se persevera escrutando. Como dijo Cristina en algún viejo reportaje “Se gestiona un País teniendo en cuenta que hay gente dentro”, se administra teniendo en cuenta la humanidad del universo al que afecta, y no como meras variables susceptibles de ser globalizadas.
El Kirchnerismo, en el año 2003, al que no acompañé electoralmente debido a que venía de la mano de siniestros personeros pesificadores, ordenó un desquicio colectivo que se llamaba Argentina, que llenaba de honores a periodistas/vedettes y empresarios inescrupulosos, entusiastas del que cuanto peor, mejor. Comunicadores que ejercían y siguen ejerciendo una suerte de foquismo destructivo, tipos que suponen estar al margen de un colectivo social, que deben sospechar y sentenciar por fuera de la justicia misma, que se creen con derecho natural a un relato indiscutible, no debatible, ciertamente dictatorial. (Me hago y les hago un simple cuestionamiento. ¿Era tan relevante para el estrellato de Jorge Lanata, desde lo político y lo institucional, maltratar el prestigio de Graciela Fernández Meijide denunciando casi inquisidoramente, que tomaba clases de Tenis con dineros públicos? Se me ocurre pensarlo como un hecho menor que transformó una lógica y corriente actividad física antiestrés, sumamente sana para un funcionario, en una cuestión de Estado que poco después le costó el cargo por simple pacaterismo mediopelo.) Al igual que lo hice en Agosto, en Octubre votaré a un Proyecto y a una Dirigente con mayúsculas, alguien por la cual siento orgullo, alguien que me asegura política, entendiendo que la política no sólo es un asunto de erudición, una persona y un proyecto cuya mayor sensibilidad radica en la comprensión de los fenómenos que impactan y afectan al tangible complejo que constituye la totalidad de un pueblo.

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"No es posible quedarse a contemplar el ombligo de ayer y no ver el cordón umbilical que aparece a medida que todos los días nace una nueva Argentina a través de los jóvenes. No se lamenten los viejos de que los recién venidos ocupen los primeros puestos de la fila; porque siempre es así: se gana con los nuevos."

de

Pensamiento vivo

"La falsificación (de la historia) ha perseguido precisamente esta finalidad: impedir, a través de la desfiguración del pasado, que los argentinos poseamos la técnica, la aptitud para concebir y realizar una política nacional. Mucha gente no entiende la necesidad del revisionismo porque no comprende que la falsificación de la historia es una política de la historia, destinada a privarnos de experiencia que es la sabiduría madre."
(...) "Pero se sigue adoctrinando sistemáticamente en la enseñanza de la historia para lo cual los réprobos son los que defendían la soberanía y los próceres los que la traicionaban para fines institucionales."
(...) "Ese es el gran problema argentino: es el de la Inteligencia que no quiere entender que son las condiciones locales las que deben determinar el pensamiento político y económico."

“El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza”

"Todos los sectores sociales deben estar unidos verticalmente por el destino común de la Nación (...) Se hace imposible pensar la política social sin una política nacional."

Arturo Jauretche

13 de noviembre de 1901 / 25 de mayo de 1974

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